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miércoles, 31 de octubre de 2007

Acompañar en la pérdida

 
 

Acompañar en la pérdida

El padre Gea ayuda a vivir el luto

TERRASSA, martes, 30 octubre 2007 (ZENIT.org).- El sacerdote español Alfons Gea acaba de editar en España el libro «Acompañar en la pérdida», de la editorial San Pablo.

Este sacerdote y psicoterapeuta es el responsable del servicio de acompañamiento del dolor en la ciudad catalana de Terrassa. Afirma a Zenit que su trabajo consiste en «acompañar a las personas para que expresen sus sentimientos, respetándoles sus ritmos y acariciándolos verbalmente con la comprensión».

--¿El luto necesita soledad o es bueno el acompañamiento?

--Gea: Incluso cuando respetamos a alguien en sus momentos de aflicción dejándole su tiempo para estar consigo mismo, estamos acompañando cuando pensamos en él y le tenemos presente.

Hay momentos para la soledad pero los dolientes se quejan a menudo del «olvido» que sufren sobre todo pasados los primeros días.

Aunque el doliente diga que no quiere a nadie, respetando sus momentos de intimidad, hay que provocar la compañía que muchas veces será dura y difícil pero que será un signo de compartir la cruz en ese momento y etapa.

--¿Qué hace para acompañar en la pérdida?

--Gea: Acompaño a las personas para que expresen sus sentimientos, respetándoles sus ritmos y acariciándolos verbalmente con la comprensión.

Las heridas se curan cuando alguien nos las limpia. Poco a poco la persona va adquiriendo confianza desde el apoyo recibido para emprender una nueva vida. El apoyo lo reciben no solo de mí sino del grupo de autoayuda.

--¿En sus cursos sobre el duelo coinciden personas con una visión creyente y otras sin ella?

--Gea: Sí, y coincidimos todos en que parte de la terapia es dar comprensión expresada con afecto y humanidad.

Cada persona que debemos atender es un mundo y necesita ser contemplada en su totalidad con todas sus heridas, sin quererle «recetar» soluciones mágicas o fáciles sean religiosas o no.

--¿Qué quiere decir «facilitar el duelo»?

--Gea: Hablamos de un duelo complicado cuando hay un estancamiento en los sentimientos y en el tiempo.

Cuando hay alguna causa que dificulta el ir progresando aunque sea lentamente.

Los duelos complicados requieren la atención de un especialista. Por eso hablamos de facilitar el duelo no complicado, que son los otros que no requieren una especialización.

--¿En qué se diferencia el luto del duelo?

--Gea: Luto en castellano es el ritual y periodo posterior al entierro en el que se va doliéndose, llorando, rezando, pensando, despidiéndose en definitiva de aquel que nos ha dejado.

Aprender a amar a las mujeres reales.

 
Aprender a amar a las mujeres reales.
 
Un nuevo libro de Sergio Sinay, La masculinidad tóxica (Ediciones B) explora viejos y nuevos paradigmas relacionados con los varones y sus sentimientos.
 
En este capítulo que adelanta LNR, el autor, especialista en vínculos humanos, reflexiona sobre los hombres y el amor en estos tiempos.
 
Ser abandonado por una mujer. He aquí el único fracaso insoportable para un hombre. Ante pocos dolores un varón está tan desarmado, tan desprovisto de recursos
 
como ante el abandono femenino. Perder a una mujer lo hace sentir, como pocas cosas, un completo y total perdedor (la pierde a ella, pierde ante ella).
 
Enamorarse, para el varón, equivale a rendirse, con todo lo que eso significa en un sistema de pensamiento elaborado sobre conceptos como lucha, competición,
 
victoria, conquista, imposición, posesión, sostenimiento. Las mujeres se conquistan y un hombre enamorado es, dentro de los códigos del paradigma masculino
 
hegemónico, un emasculado. Alguien que quedó atrapado sin remedio en las faldas de una mujer.
 
A los hombres les gustan las mujeres. Las mujeres se enamoran de los hombres. Ellos las desean, ellas los aman. ¿Es así por naturaleza? No. Es el resultado
 
de una educación, de mandatos, de ejemplos, de un paradigma.
 
Beber de una sola fuente
 
Nacemos de una mujer y dependemos de ella para sobrevivir en nuestros días iniciales. Los mandatos que ella recibe son los de consagrarse a nosotros, será
 
madre o no será mujer. Los que recibe nuestro padre le ordenan no inmiscuirse en el vínculo madre-hijo, fortalecerlo a través de la provisión material,
 
ocuparse del mundo circundante. Aun cuando los padres actuales se acercan más, no se acercan todo lo necesario como para que los hijos perciban y reciban
 
las dos energías, distintas y complementarias.
 
Así, los varones nos vamos empapando de presencia y de emocionalidad femenina. Conoceremos más acerca de ella que de la textura, la temperatura y la modalidad
 
emocional masculina. Pronto aprenderemos que nuestras acciones repercuten en el estado de ánimo de ella. Estaremos en paz y aliviados si mamá sonríe y
 
nos acaricia. Temeremos (sobre todo por lo que nuestro padre puede hacer al enterarse) si ella se enoja. Como varones, seremos cada vez más ignorantes
 
acerca de nuestro propio universo emocional (necesitaríamos una cercanía activa de nuestros padres para que nos guíe y autorice) y estaremos más al tanto
 
del femenino. Así se irá construyendo una real y consistente dependencia emocional de nosotros, como varones, hacia esa mujer que acaba por instalarse
 
en nuestro psiquismo como La Mujer (según la precisa descripción del filósofo Sam Keen).
 
A medida que el varón crece emprende (cada cual a su modo) la batalla para salir de esa dependencia. Complacerá a la mujer, o la maltratará, o la conquistará,
 
o tratará de agotarla sexualmente, o le hará promesas afectivas, o la llenará de regalos, o le construirá castillos y le bajará la luna, o la ignorará,
 
o intentará manipularla, o la engañará. Hará todo lo posible para decirse, y demostrar, que es "libre", que no es un "sometido". Ya sabe, además, que el
 
amor, el romance, el enamoramiento, como atributos emocionales, pertenecen al universo femenino. El ha sido preparado para otra cosa. Para conquistar,
 
hacer funcionar y administrar el mundo.
 
En simultáneo, la mujer ha recibido el mandato de ser generadora de vida y de amor, la autorización para navegar sin límites en las aguas profundas de los
 
sentimientos, los afectos y las emociones, la promesa de que, para ser madre y creadora de vida, habrá siempre un caballero que la protegerá. "Ya no es
 
así", se suele afirmar. Pero somos producto de un paradigma aún vigente y hegemónico en el que varones y mujeres estamos tramados en conjunto. Este paradigma
 
dice que (aún hoy) ellos son administradores económicos y ellas son administradoras emocionales. En ese contexto, el hombre no debe enamorarse, no debe
 
atarse a una mujer (y menos a la primera) porque claudica. La mujer, a su vez, necesita la confirmación amorosa o no será feliz. Los mismos padres y madres
 
que se enorgullecen de las muchas novias de su hijo varón, al que estimulan a seguirlas coleccionando, se preocupan por las indecisiones y variaciones
 
sentimentales de su hija, a la que aleccionan para que afine la puntería, elija un buen muchacho y se quede con él.
 
Un temor oculto
 
Pero ocurre que el amor, como todas las emociones y sentimientos, no tiene sexo, es un atributo humano. Los hombres aman. Sólo que la conexión con este
 
sentimiento y la expresión del mismo están obstaculizadas por una serie de mandatos de género que esterilizan afectivamente a los hombres y los aíslan.
 
La negación de la mujer como equivalente, como complemento necesario, la persistencia en construir la masculinidad como negación de la feminidad, y no como
 
su contrapartida necesaria y enriquecedora, hace que ella (la mujer) esté siempre presente en el horizonte masculino, pero desde el peor lugar. Es alguien
 
a quien amedrentar, impresionar, domesticar, aquietar, distraer, someter o apaciguar.
 
En esta danza equívoca, las mujeres se van sintiendo cada vez más frustradas, más deseosas de encuentro y amor, más desconcertadas. Esto provoca una intensificación
 
de sus demandas emocionales. Del otro lado, los hombres (educados en la idea de que, ante la mirada femenina, deben ser siempre eficaces proveedores) sienten,
 
a su vez, que tal demanda los sobrepasa. Pero al final ¿qué es lo que ellas quieren?, se preguntan. No hay nada que las satisfaga, se responden. Y corren
 
a poner distancia con esa demanda que sienten como devoradora. El círculo se repite con énfasis creciente. A más distanciamiento, más demanda, a mayor
 
demanda, mayor evitación. Los hombres confirman su profecía: las mujeres son de temer. Las mujeres confirman la suya: los hombres son incapaces de comprometerse.
 
Hombres y mujeres danzan en la oscuridad, con músicas diferentes.
 
Sam Keen hace una propuesta estimulante: "Una de las tareas fundamentales de la masculinidad es investigar los sentimientos inconscientes que nos producen
 
las diferentes imágenes de LA MUJER, deshacer las falsas mitificaciones, disolver la vaga sensación de amenaza y temor y, finalmente, aprender a respetar
 
y amar lo extraño de la feminidad. La maduración sexual-espiritual de la masculinidad reside en el proceso de cambiar a LA MUJER por la mujer y aprender
 
a ver a los miembros del sexo opuesto no como arquetipos de una clase sino como individuos. La causante de la mayor parte de nuestros problemas no es la
 
mujer que está en nuestra cama o en nuestra sala de reuniones, sino LA MUJER que está en nuestra mente".
 
Esta, como todas las iniciativas que se propongan cambiar el paradigma tóxico para transformar la masculinidad, reclama coraje espiritual, valentía emocional.
 
(...) Para elegir a una mujer, para permanecer junto a ella, para quemar las naves de las insalubres complicidades machistas, para construir un vínculo
 
profundo y comprometido, no se requieren aparatosas demostraciones de fuerza, de poder, de aguante ni de potencia genital. Es la testosterona del alma
 
la que cuenta, una hormona que los varones todavía desarrollan escasamente. Sólo se puede amar cuando se reconoce la singularidad, la cualidad única e
 
irrepetible de la otra persona. En la medida en que hacemos eso, nos honramos, nos reconocemos como sujetos, respetamos nuestra propia singularidad.
 
Mientras esta tarea siga inconclusa o pendiente, los varones continuarán siendo subdesarrollados emocionalmente en su relación con las mujeres. Algunas
 
conversaciones entre mujeres suenan equívocas. Escuchémoslas. Una dice: "El mío es muy desordenado". Otra cuenta: "El mío es insoportable cuando está enfermo
 
y tiene que quedarse en cama". Una tercera agrega: "El mío es capaz de no hablar con nadie en todo el día porque perdió en el fútbol". Sigue la cuarta:
 
"El mío, si no le preparo el plato que a él le gusta, no come". Llega la quinta: "El mío se va con los amigos y se olvida; lo espero con el corazón en
 
la boca y cuando vuelve y me ve así, me miente".Cualquiera juraría que hablan de sus hijos. Pero muchísimas veces este tipo de frases describe... al marido.
 
¿Por qué razón quien un día fue el seductor de su mujer pasa a actuar como hijo de ella? ¿Cómo un hombre que en su vida social, profesional y pública puede
 
lucir seguro, resuelto, exitoso, tiene en su vida de pareja el comportamiento de un chico? No es un misterio. A los varones se los prepara para "hacerse
 
hombres" en la vida laboral, en los deportes, en la política, en la calle, en la sexualidad. "Hacerse hombre" en esos aspectos significa aprender como
 
se pueda, aunque sea solo, pero no dejar de saber y de demostrarlo. En cambio, no existe la misma presión (ni estímulo) para el desarrollo emocional, sentimental
 
y afectivo. Los padres varones, en general, no supieron comunicarse emocionalmente con sus hijos, mostrarles su propio mundo interior, ofrecerles la guía
 
de su propia conducta (abierta, explícita) en materia de afectos. Y las madres a menudo cubrieron ese vacío con sobreprotección ("no me toquen al nene,
 
pobrecito mi ángel"; "tiene 25 años, pero lo despierto con el desayuno porque me gusta y me enternece") y con sobredosis de emocionalidad femenina. El
 
resultado es inmadurez en la evolución de la interioridad. Entonces, en situaciones domésticas o de intimidad, los hombres actúan como chicos. ¿Y quién
 
es su mamá en ese caso? Todos lo sabemos.
 
Muchas de las mujeres que se quejan, con hartazgo y con razón, de tener maridos que se han convertido en hijos, ¿están seguras de que no se manejan con
 
ellos con actitudes maternales? ¿No son educadas las mujeres, a su vez, para estar atentas a las demandas de los varones, primero en la persona de sus
 
hijos, luego en la de sus parejas? ¿No existe una especie de dependencia femenina hacia los humores y caprichos masculinos (...)?
 
El mejor camino para llegar a vínculos de pareja adultos, maduros y responsables es trabajar simultáneamente en lo que cada uno debe transformar. Los hombres,
 
involucrarnos más con nuestros aspectos emocionales y los de nuestros hijos, hacernos cargo de esa exploración, no creer, erróneamente, que es "cosa de
 
mujeres". De lo contrario, seguiremos siendo seres infantiles por mucho lustre que nos demos en lo social, y nuestros hijos actuarán luego como hijos de
 
sus mujeres. En cuanto a ellas, quizá se trate de fortalecer su autonomía y su independencia para no quedar atadas, por temor al abandono, a ese hijo no
 
deseado que es su propio marido (o novio, o amigovio).
 
Más de lo mismo
 
En tanto no se pueda crear una intimidad adulta, de dos personas distintas y complementarias, en tanto la relación con la mujer se establezca en términos
 
de hijo-madre, el foco de la sexualidad del hombre no estará puesto en ese vínculo. Otra mujer, despojada de toda pátina maternal, será el objeto del deseo.
 
Y estará, por supuesto, en otro lugar. Así se crea un círculo vicioso. Si en el acercamiento afectivo una mujer empieza a ocupar el lugar de madre y el
 
hombre empieza a verla con los mismos ojos con que observaba a su mamá, comenzará a buscar su aprobación o a temerle, a tratar de impresionarla o a evitar
 
disgustarla, se enojará con ella por motivos muchas veces infantiles (...). Buscará, sexualmente, a otras mujeres. Para comprometerse en un vínculo adulto
 
con una mujer, con intimidad, confianza, erotismo, integración, un hombre necesita construir una masculinidad adulta, de raíces emocionales propias y profundas.
 
Esto no se logra con hazañas sexuales, ni con demostraciones de productividad económica, ni con estúpidas confrontaciones de violencia física, ni con un
 
despliegue vanidoso de autos, relojes, propiedades, tarjetas de crédito, chequeras, músculos o símbolos de poder. Debajo de la costra producida por el
 
paradigma de la masculinidad tóxica, los varones están aislados, inseguros y solos.
 
Ya es hora de dejar de defenderse de la mujer (...) para reconocerla, en cambio, como su complemento necesario. Es hora de que los varones admitan su miedo
 
a la mujer; ésa será la única manera de trascenderlo y crecer. El miedo del varón a la mujer se hace presente con más fuerza en los tiempos actuales, desde
 
que las mujeres, por necesidad, por elección o por hartazgo, salieron de los nichos en los que habían quedado recluidas por los estereotipos de género.
 
Desde el último tercio del siglo veinte hasta hoy, por lo menos un par de generaciones femeninas han conquistado espacios profesionales, laborales y sociales
 
que les eran negados. El rol de proveedor económico ya no es especialidad y exclusividad masculina. Esas mujeres recuperaron su derecho a desear y toman
 
iniciativas sexuales. Como se dice vulgarmente, "van al frente" en el plano de las relaciones afectivas y sexuales. Como nada de esto les ha sido regalado
 
ni facilitado, como tuvieron que remar contra la corriente del modelo masculino aún predominante en la sociedad, viven sus nuevos roles con énfasis, con
 
vigor, con determinación.
 
Frente a este modelo de mujer cada vez más extendido, el hombre revela temores que están a flor de piel: el temor a no ser tan eficaz como se le exige,
 
el temor a no ser un buen proveedor, el temor a no ser sexualmente tan potente e infalible como los hombres siempre se contaron a sí mismos que eran. Esta
 
mujer, que ya no es fácilmente domesticable, que quiere a su lado un hombre y no un hijo extra, provoca miedo en los varones, pone en retirada sobre todo
 
a los más fieles exponentes del machismo vigente. Otros disimulan el susto y lo canalizan a través del elogio. Aparecen, súbitamente, los hombres "feministas",
 
con encendidas alabanzas a las que algunos de ellos llaman "mujeres bravas". En esos elogios no hay una propuesta de masculinidad transformadora. Otra
 
vez aparece el hombre-niño intentando apaciguar a la mujer-mamá, a la que supone enojada por las travesuras machistas de los varones. Esto no es lo que
 
necesitan los hombres para cambiar ni las mujeres para encontrarlos como compañeros de comunión afectiva y de una intimidad compartida. En todo caso, lo
 
que se requiere es el coraje de admitir el miedo para trabajar con él desde lo esencialmente masculino.
 
Mientras los hombres teman a las mujeres, será imposible que exista entre los sexos una relación de reconocimiento, de aceptación y celebración de la singularidad
 
de cada uno. Los sexos no fueron creados para que uno elimine al otro, sino para que, complementándose desde las diferencias, creen una instancia en la
 
que el todo será más que la suma de las partes. Puede haber paridad. Respeto. Podemos ser, y debemos ser, ciudadanos y ciudadanas, trabajadores y trabajadoras,
 
progenitores y progenitoras con iguales derechos. Y es toda la igualdad posible. En todo lo demás, el reconocimiento de la singularidad de cada sexo, de
 
cada varón dentro de su sexo y de cada mujer dentro del suyo, es lo deseable y lo que hará, en gran medida, la riqueza del otro.
 
Cuando el encuentro de un hombre con una mujer no produce la amalgama de lo masculino auténtico y recóndito con lo femenino esencial y profundo, lo que
 
sobreviene es la soledad, lo que Lederer llama "un frígido aislamiento". Una abrumadora multitud de hombres, hijos obedientes de un modelo, están (aunque
 
abunden las mujeres en sus vidas) frígidamente aislados. Algunos lo admiten. Aunque lo nieguen, todos lo sienten. De allí no los sacará una Mamá. Los rescatará
 
su propia energía.
 
En la búsqueda del Santo Grial (relato medieval rico en materiales para la transformación masculina), el joven caballero Gauvain le dice al rey Arturo:
 
"Lo hemos ganado todo con la lanza y lo hemos perdido todo con la espada". El psicoterapeuta y mitólogo jungiano Robert A. Johnson, interpreta así esa
 
frase: "La lanza es el símbolo de la diferenciación, del espléndido arte de separar y clarificar; la espada es el torpe elemento masculino que se abre
 
paso con violencia a través de cualquier obstáculo. Hoy hay demasiadas espadas y muy pocas lanzas".
 
El primer blanco de las lanzas debe ser, hoy y aquí, el corazón de los varones. Para que éste no sea alcanzado por la espada de la soledad.
 
Por Sergio Sinay .
 
Para saber más
 
 
 
 
 
 


 
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lunes, 29 de octubre de 2007

Miedo a volar: 'subo al avión, me quedo blanca y viajo agarrada al asiento'

 


Más de medio millón de personas coge diariamente algún vuelo en los aeropuertos españoles. Un 20% de la población tiene miedo moderado a volar y un 10% síntomas severos: al acercarse al avión sienten taquicardia, temblor de piernas, agitación, ganas de vomitar y de llorar, según los expertos.


Unos lo disimulan, no lo cuentan o no tienen necesidad de viajar en avión. Otros, entre el 50 o 60 por ciento de los aerofóbicos, evitan volar por todos los medios, dijo a Efe el ex-comandante Javier del Campo, autor del libro 'Feliz vuelo. ¿Como perder el miedo a volar?'.

'Lo empiezo a pasar mal desde días antes del viaje. Voy al aeropuerto nerviosa, subo al avión, me siento, me quedo blanca, me agarro con fuerza al asiento y voy calladita', relata F.G en declaraciones a Efe.

'Lo peor, el despegue y el aterrizaje, una vez en vuelo puedo levantarme, comer y todo', añade la joven, que además trabaja en el aeropuerto. Viaja por motivos profesionales, pero el miedo le 'corta' en los de placer: 'Si es por gusto, no me monto en el avión más de cuatro horas', afirma.

Varios cientos de personas asisten cada año a cursos para superar la aerofobia que se organizan en colaboración con las líneas aéreas, como Iberia y Spanair.

Durante dos días, un psicólogo les explica como afrontar los temores y un piloto responde las dudas técnicas. Además hacen un 'viaje' en un simulador en el que experimentan momentos difíciles y como colofón un vuelo real, en trayecto nacional, acompañados de los expertos. El precio oscila entre 480 y 600 euros, con un 98-99% de éxito.

Los ejecutivos, inicialmente los clientes principales, son ahora un 30 por ciento y el resto 'viajeros', según Javier del Campo, comandante retirado y responsable de las explicaciones aeronáuticas en los seminarios de Iberia, que han recibido más de 3.000 cursillistas desde 1990.

'Estas personas perciben el avión como un elemento peligroso donde va a ocurrir una desgracia. Creen que se va a caer, se van a desarmar las alas, y además no pueden escapar en vuelo', explica el psicólogo y piloto Carlos Zerdán.

En los casos severos el síntoma más desagradable es 'una pérdida del control, sensación de una muerte inminente', afirma. De ahí la importancia de trabajar el miedo, las emociones y la ansiedad, además del conocimiento del avión y sus sistemas de seguridad.

'El saber disipa dudas y cuando disipamos dudas, se disipan los temores', agrega el psicólogo de los cursos que hace Spanair en Málaga, Madrid, Barcelona, Mallorca, Sevilla y, a partir de agosto, en Canarias.

Imaginación desbordante

El perfil del aerofóbico es el de una persona con una formación cultural y un cociente intelectual alto, muy controladora con lo que le rodea y con una imaginación 'desbordante'.

'En vez de estar en el avión intentando dormirse o haciendo un sudoku -señala Del Campo- se ponen a imaginar: ¿y si no le han mirado las alas?, ¿y si no han revisado el combustible, y si el comandante está borracho?... y como no tienen conocimientos técnicos, la inquietud se eleva y se ponen malos'.

Otras veces alguna circunstancia desencadena la crisis, un mala experiencia aérea -como es el caso de F.G que vivió un aborto de despegue en un Jumbo con destino a Santo Domingo- una enfermedad, la muerte de un familiar, o cosas positivas, como un ascenso en la empresa.

Las azafatas y azafatos experimentan esta fobia en un 10 por ciento, según el ex-comandante, y en el 99% de los casos surge con el nacimiento de un hijo.

El hecho contrasta con los datos estadísticos que consideran el avión como un medio de transporte 25 veces más seguro que un coche, pero es que una fobia, indica del Campo, es 'un pensamiento irracional', no se produce por un riesgo real.

Los expertos coinciden en que el nivel de seguridad, mantenimiento de los aviones y capacitación profesional es muy alto, pero este tipo de miedo es cada vez más conocido porque los viajes se han generalizado en los últimos años.

Un total de 193.242.150 pasajeros, según AENA, utilizaron los aeropuertos españoles en 2006, lo que supone una media de 529.430 viajeros al día. Más del 57% hicieron desplazamientos internacionales. La previsión para este verano es que se operen casi 400.000 vuelos entre julio y agosto.

Caer a plomo

El 99 por ciento de los aerofóbicos resumen sus miedos en el momento de cerrar puertas -porque tienen asociada claustrofobia- y en el despegue, porque creen que si el avión va a plena potencia y hay un fallo, 'se cae'.

Lo que no saben, explica, 'es que siempre despegamos suponiendo que un motor va a parar y con el peso máximo soportable en esas condiciones', y que, si falla, 'el avión podría seguir volando horas aunque, por sentido común, el comandante decida aterrizar y que lo arreglen'.

Otros piensan que, una vez arriba, 'aguantar colgado en el aire y sin nada debajo, es un milagro' y puede caer en picado: 'Tiene la ventaja de que en esas caídas no queda tetrapléjico ninguno', ironiza Del Campo en sus explicaciones.

Sin embargo -agrega- cuando el avión va a aterrizar, se oye un ruido que debería alarmar mucho (al sacar la reversa del motor para frenar), 'pero como están en el suelo les da igual. Con la alegría del superviviente, dicen: mira, si se rompe algo, que se rompa, ya estoy abajo'

Un lingotazo

La tentación común es doparse con tranquilizantes o tomarse unos lingotazos, nada aconsejables. 'Los ansiolíticos disminuyen los síntomas de ansiedad, pero no el miedo, y éste sigue creciendo hasta la fobia', considera Zerdán.

Mariano M., médico, con pánico, una pastillita y respirando hondo es capaz de hacer vuelos cortos, pero ha desistido de acompañar estas vacaciones a su familia, que viajará en agosto a Argentina.

Cuando vio que, con los vuelos domésticos, iban a coger ocho aviones, decidió irse a Valencia, adonde se desplaza varias veces al año en coche desde Madrid.

'La gente va en automóvil muy tranquila, pero es muy insensata', opina Del Campo.

Además de motivos profesionales, hechos como que la familia se planta y se va al Caribe de vacaciones y desplazamientos obligados por cambio de residencia de algún hijo son las razones mayoritarias para intentar superar la aerofobia.

Del Campo reconoce que, aun después de las charlas, en casi todos los grupos, al llegar al avión, hay algún ataque de pánico.

Recuerda el caso de un directivo de banca que necesitó dos oportunidades para poder hacer el vuelo. En la segunda, 'se metió en el avión con cara de sentencia de muerte y descompuesto. Se tumbó en el suelo, cerramos puertas y cuando llevaba diez minutos sin que le hicieran caso, se acomodó en su asiento'.

'Lo pasó fatal, pero cuando se vio en el aire y sentado, le dio un ataque de euforia impresionante. Le hemos llamado varias veces para verle, pero estaba en Sao Paulo, en Tailandia, ... y no ha habido forma de pillarle'.

Tomado de actualidad.terra.es

Las fobias de los famosos

 

¿QUÉ tienen en común Jennifer Aniston, Whoopi Goldberg y Cher? Al margen de que sus cualidades interpretativas dejan mucho que desear, las tres actrices de Hollywood tienen pánico a volar, una fobia que también comparten con el cantante Michael Jackson.

Los famosos, al igual que el común de los mortales, padecen todo tipo de fobias, su temor es como el de cualquiera y sufren los agobios y las exaltaciones de todo ser humano ante el objeto que les aterroriza.

La lista es larga y la causa de los miedos, variopinta. Jonny Depp, protagonista de películas como Charlie y la fábrica de chocolates y Piratas del Caribe , no puede ver ni en pintura a los payasos, esos deliciosos personajes adorados por los niños y que, sin embargo, el actor rehúye. "Hay algo en la cara pintada, en la sonrisa falsa de los payasos. Parece que existe algo oculto detrás de esa superficie", ha llegado a declarar el protagonista de Descubriendo Nunca Jamás , quien comparte temor (denominado coulrofobia ) con Daniel Radcliffe (Harry Potter ) y el rapero Sean Diddy Combs.

Los animales también son objeto de pánico por parte de los famosos. El actor británico Orlando Bloom tiene miedo de los cerdos; Scarlett Johansson, de las cucarachas; la australiana Nicole Kidman no puede ver una mariposa, mientras que el cantante Justin Timberlake odia las serpientes, las arañas y los tiburones. Quien también teme a estos depredadores de mar es Brad Pitt, que ni siquiera puede verlos en la pantalla de cine. Finalmente, en el apartado animal se encuentra el futbolista David Beckham, uno de los hombres más deseados del mundo, que siente terror por los pájaros.

Curiosa es la fobia de Carmen Electra, ya que tiene miedo al agua. Curiosa porque la actriz saltó a la fama por su papel en Los vigilantes de la playa , donde interpretaba a una socorrista sin ni siquiera saber nadar. Una prueba más del nivel interpretativo exigido para participar en la popular -y sexista- serie televisiva.

A Uma Thurman su claustrofobia le impide permanecer en lugares cerrados, por lo que su escena en Kill Bill 2 , donde es encerrada en un ataúd, resultó de lo más real.

Kim Basinger, por su parte, padece agorafobia (temor a los espacios abiertos), así que no es de extrañar que la oscarizada actriz se pase semanas enteras recluida en casa y requiera de medicación.

Un trauma de su infancia impide a Sarah Michelle Gellar, protagonista de Buffy Cazavampiros , estar en un hospital. Además, no soporta los cementerios, por lo que se vio obligada a rechazar escenas de su famosa serie que debían ser rodadas en un camposanto de verdad.

OSCURIDAD Y MONSTRUOS Los espíritus no son precisamente el objeto de pánico de Jennifer Love Hewitt (Entre fantasmas ), sino la oscuridad y los monstruos, temores que comparte con la tenista estadounidense Serena Williams.

El terror también se refleja en el rostro de la veterana Barbra Streisand, quien se pasó 27 años sin pisar un escenario por su fobia a cantar frente al gran público, desde que en 1967 olvidara la letra de un tema durante una actuación. Similar miedo sufre Madonna, excéntrica donde las haya, quien además siente pánico cuando oye truenos.

El temor de Matthew McConaughey, considerado el hombre más sexy del mundo por la revista People y ex pareja de Penélope Cruz, está en los túneles y en las puertas giratorias, tan habituales en los hoteles de cinco estrellas a los que seguro estará acostumbrado el fornido actor.

Sin embargo, el campeón de las fobias, el rey de las rarezas, es el cineasta Woody Allen. Claustrofóbico confeso, el actor y director neoyorquino siente pánico de los insectos, la luz del sol, los ciervos -incluido el entrañable Bambi-, los colores brillantes, los niños, las alturas, las habitaciones pequeñas, las multitudes... ¡Bendita Soon Yi por aguantarle!

Tomado de www.noticiasdeguipuzkoa.com

Neurosis fóbicas, un mal tormentoso


 

Por Liliana Aguirre F.
 El excesivo y continuo miedo a un objeto, animal o a un fenómeno climático es conocido en el mundo de las enfermedades psicológicas y psiquiátricas como neurosis fóbicas. Estas suelen originarse a partir de un trauma o por la excesiva angustia y sufrimiento que experimenta un individuo.

Según el manual norteamericano de fobias, existen cientos de diferentes tipos de fobias, que se pueden manifestar a cualquier edad y en cualquier persona.

Se trata de una enfermedad tormentosa que, al generar un terror desenfrenado, impide a la persona que la experimenta desenvolverse de manera normal y tiene tanto efectos psicológicos como físicos y biológicos.

Entre lo psicológico y psiquiátrico

''Cuando veo a una paloma que levanta vuelo y se acerca a mí, siento un miedo muy grande, que me hace pensar cosas terribles. Siento que si la paloma se acerca y me toca, mi vida corre peligro, y me da mucho horror y hasta siento que puedo morir'', cuenta a SEMlac Vanesa, de 35 años.

Al igual que ella, Andrea, de 24 años, narra haber vivido una terrible fobia que, por casi dos años, la atormentó y limitó en su vida.

''Todo empezó en la universidad, me encontraba sola, no vivía con mis padres y, en ese momento, tenía penurias económicas que me atormentaban. Por otro lado, sufría una depresión muy fuerte por la reciente muerte de mi novio y todo ello desembocó en un terror obsesivo a los días soleados", recuerda.

''Cuando salía el sol, no podía mirarlo de frente, porque me aterrorizaba e imaginaba que podía caerme encima y aplastarme. Además, pensaba en el volumen y masa del sol, que es infinitamente grande, y que yo era un grano de arena ante él y el miedo me endurecía, sentía que iba a enloquecer'', añade.

Esa situación le causaba mucho sufrimiento e incluso le limitó la vida, al grado de que, en la calle, Andrea miraba el suelo para no observar el astro y prefería mantenerse encerrada, Acudió en busca de ayuda profesional y para poder llevar una vida normal.

Según la psicóloga Elizabeth Ordóñez, las fobias son una enfermedad que se encuentra entre la delgada línea de lo psicológico y lo psiquiátrico. Es decir, que no se le puede clasificar como un problema simplemente psicológico ni tampoco llevarla al extremo psiquiátrico.

''El miedo irracional y excesivo a una araña, como a un lugar pequeño, oscuro y cerrado, o al cielo estrellado, son fobias igualmente intensas y pueden provocarle al enfermo un miedo incontrolable'', explica a SEMlac la psicóloga.

Ordóñez señala que el origen de estas patologías está en los traumas, pero también son una proyección de altos grados de ansiedad y depresión a los que puede estar sometida una persona.

La psicóloga, catedrática en la Universidad San Francisco de Asís de ciudad de La Paz, apunta que las fobias trascienden al plano físico y biológico de un individuo.

Son situaciones que repercuten en el cuerpo humano porque el miedo excesivo que experimenta el enfermo hace que genere adrenalina y el corazón se acelere, hay palpitaciones y los músculos se tornan rígidos, pues el terror hace que estos se contraigan, explica la experta.

Acota que padecer una fobia lleva al individuo a evitar el contacto con el objeto que lo aterroriza, por lo cual su vida gira en torno a esquivar el tormento.

Terapias y fármacos

La forma más efectiva de solución está en la ayuda profesional, mediante terapias psicológicas y, de ser necesario, en fármacos prescritos por un especialista en la materia.

El tratamiento más frecuente para una persona que experimenta fobias originadas por traumas es enfrentarla a su miedo y que, de esta manera, vaya relacionándose con él y lo supere.

En cambio, si un individuo proyecta una fobia originada por altos grados de ansiedad o depresión, necesita someterse a terapia y, además, a los medicamentos adecuados.

La psicóloga Elizabeth Ordóñez asegura que las terapias más frecuentes para estos casos son la conductivista y el psicoanálisis. Entre los medicamentos, los más frecuentes son los psicofármacos como la imipramina, el diazepam, y el alprazolan, pero estas sustancias deben administrarse por receta médica y en la dosis recomendable, porque pueden causar daños en la salud.

Tomado de criterios.com

La fobia a los homosexuales (homofobía)

 
 

"El conocimiento - esto es, la educación en su sentido verdadero - es nuestra mejor protección contra el prejuicio que no razona y el miedo que produce pánico, ya sea que éstos nazcan de algún interés especial, de minorías restrictivas o de líderes aterrados." Franklin D. Roosevelt.

Quise comenzar este artículo con esas palabras de Franklin D. Roosevelt, por coincidir de manera plena con él y por entender que en este caso viene como anillo al dedo, en este tema , ya que, la  homofobia es un miedo intenso y sin razón a los homosexuales, y constituye una tragedia doble. Aquellos de nosotros que tememos u odiamos a los homosexuales solemos pensar que no conocemos a ninguno, aún cuando puede haber cierto número de personas con quienes socializamos, trabajamos o tal vez hasta convivimos, que son gays o lesbianas.

Al mismo tiempo, muchos homosexuales se pasan la vida escondidos "en el closet", temiendo que la homofobia destruya sus relaciones familiares, su amor propio o hasta sus mismas vidas. Por desgracia, la gente homofóbica se la pasa perpetuando ciegamente ideas falsas sobre los homosexuales que pueden llegar a ser muy hirientes.

 A lo largo de los años el término no ha dejado de evolucionar por ampliaciones sucesivas. En 1972, la homofobia se definía como "el miedo a estar con un homosexual en un espacio cerrado", definición muy restrictiva que quedó rápidamente rebasada en el lenguaje común, como testifica la definición del Pequeño Larousse: "Rechazo de la homosexualidad, hostilidad sistemática hacia los homosexuales". Ampliando el análisis, Daniel Welzer-Lang ha sugerido una nueva definición. Para él, la homofobia "es, de modo más extenso, la denigración en los hombres de cualidades consideradas femeninas y, en cierta medida, de las cualidades consideradas masculinas en las mujeres". (Louis-Georges Tin, Dictionnaire de l'homophobie).

Cuando se descubrió América, España y Portugal vivían su período de mayor intolerancia contra la sodomía -la práctica de sexo anal. En la recién descubierta América se instalaron tribunales de la Inquisición -tribunales del Santo Oficio, en México, Perú y Colombia. En Brasil por su parte, representantes del Santo Oficio enviados desde Europa hacían inspecciones regulares a la colonia, denunciando y apresando a los que practicaban la sodomía. Esta práctica era considerada como uno de los pocos crímenes que las primeras autoridades de Brasil tenían autoridad para castigar con la pena de muerte sin necesidad de consulta previa con el rey de Portugal. La homofobia en la América Latina de hoy en día tiene sus raíces más profundas precisamente en el machismo que fue traído desde Europa por los colonizadores, que consideraban la sodomía como el peor y más sucio de los pecados.

        El término marica y sus variantes, se usa en todo el mundo latinoamericano, incluso en Brasil, como uno de los insultos más frecuentes contra los homosexuales. La misma hostilidad recae sobre las lesbianas, que sufren grave violencia por parte de sus familias, ex-amantes o compañeros, inspirados por la lesbofóbia que trata el lesbianismo como un insulto y una amenaza a la cultura machista. Los estudios sobre la homofobia muestran que es un fenómeno que opera en distintos niveles interrelacionados.

        La homofobia personal se manifiesta cuando una persona tiene la creencia de que los gays y las lesbianas se merecen odio o lástima por no poder controlar sus deseos, estar perturbados/as, ser genéticamente defectuosos/as, inmorales, anormales e inferiores a los/as heterosexuales. La homofobia interpersonal se expresa cuando el prejuicio personal se transforma en actitudes discriminatorias que afectan la relación entre las personas indistintos ámbitos, como el familiar, laboral y social. La homofobia institucional se refiere a las formas en que organismos gubernamentales, empresariales, profesionales, educativos o religiosos discriminan sistemáticamente por la orientación o identidad sexual. A veces dicha discriminación está apoyada en leyes, códigos o reglamentos y a menudo opera para legitimar la homofobia interpersonal.

Algunas personas pueden necesitar ayuda profesional para quitarse el miedo a los homosexuales, así como algunos la necesitan para curarse el miedo a las alturas o a los elevadores, pero para casi todos nosotros basta el deseo de examinar nuestros miedos para aliviarlos. El miedo nace de los mitos y de la ignorancia al tema, y se les puede perder el miedo a los homosexuales si comenzamos a entender los mitos que rodean a la homosexualidad.

 
Tomado de elnuevodiario.com.do

Sólo hay tres cosas que la mujer no entiende

 
Decía Chesterton: Sólo hay tres cosas que la mujer no comprende: Libertad, igualdad y fraternidad. No es broma ni paradoja gratuita. El genio feliz sabía de lo que hablaba.

La Ley de Igualdad ha impuesto paridad en las listas electorales y en los consejos de Administración (si supieran lo poco que mandan los consejos de administración no promulgarían este 'privilegio'). En las municipales hemos visto a socialistas y populares tirar de agenda para llenar las listas cremalleras, porque el común de las féminas no estaba dispuesto a ejercer tamaño derecho ni tan peculiar privanza. Ser concejal, así, entre nosotros, no es un chollo, sino una pesada carga.

No ocurrirá tal cosa en las generales o en las europeas, pero eso es sólo porque ser diputado o senador, no digamos nada europarlamentario, no es más que un canto a la egolatría y a la salud vigorosa de la cuenta corriente personal. Y como la mujer no es tonta está dispuesta a "asumir su responsabilidad". Pero de concejalías, nada de nada.

Ahora está ocurriendo lo mismo con las empresas. No se le ofrece a una mujer ser directora general, sino consejera. Y salvo algunos consejos muy bien pagados, lo cierto es que, en la mayoría de ellos, ni se manda ni se cobra.

Veamos. La mujer no suspira por la libertad más de lo que puede y debe hacerlo cualquier animal racional. Es más, para la mujer la libertad no es hacer lo que le viene en gana sino lo que procede o lo que conviene, dependiendo de su grado de santidad. Podríamos decir que el axioma femenino por excelencia es el de que "hay que hacer lo que hay que hacer".   

Si por libertad entiende la mujer algo muy distinto al hombre, sobre igualdad mejor no hablar. La mujer es clasista porque adora el sentido común, el sentido de la realidad y el sentido de las proporciones, y los tres le certifican que, no es ya que los sexos sean iguales, es que no hay nada más distinto a un ser humano que otro ser humano. Caprichos de la condición racional.  

Es más, el concepto de igualdad, especialmente desde la Revolución Francesa hasta aquí, está directamente relacionado con las masas, y si hay algo que la mujer detesta es su inmersión en un conjunto uniforme, la disgregación de su personalidad. A la feminidad, y ésta constituye una de sus grandes virtudes, no le hable de mujeres, háblele de una mujer concreta, con nombres y apellidos. La humanidad le importa poco, lo que le importa es el hombre, a ser posible los hombres -varones o mujeres- próximos. O sea, que el pueblo le importa un pimiento mientras dedica todos sus desvelos al prójimo.

En este sentido, podemos decir que la mujer es clasista por naturaleza. El introducirla en un cupo, en una cuota, le saca de sus casillas y lo vive como lo que es: un desprecio a sus capacidades. Lo ven así todas, menos unas cuantas aprovechadas dedicadas a la cosa pública.

Fraternidad, bello sentimiento del que los varones hablan mucho y que es cordial y silenciosamente detestado por el sexo femenino. La mujer entiende mucho más de amor a padres, hijos y esposos, de amor en vertical, dirección norte o dirección sur, y de entrega, que del horizontal afectillo de la fraternidad. Sabe que el amor es mucho más amplio que la hermandad y prefiere la donación plena a esa especie de punto intermedio entre la amistad y el amor que es la fraternidad, tan melifluo que hasta el propio calificativo derivado -fraternal- le ha salido cursi, al menos en la recia lengua de Cervantes.

Obsérvese que el feminismo consiste, precisamente, en la negación de este dogma evidente de la feminidad.

Si al desprecio por la libertad, la igualdad y la fraternidad le aplicamos una de las escasísimas virtudes con las que la naturaleza no ha querido adornar a la mujer -la ecuanimidad- podemos concluir que la  alberga la seguridad de que la Ley de Igualdad del Gobierno socialista está llamada al más clamoroso de los fracasos. No se opondrán los varones, abotargados ante la ofensiva feminazi, sino las mujeres, poco dispuestas a que sus congéneres más jetas utilicen el boletín oficial del Estado par recabar lo que no merecen.

Lo malo es que las leyes son como los organismos públicos: es más fácil crearlas que destruirlas.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com

 

Un decálogo para defender la dignidad de las mujeres


Martha Nussbaum
 

En gran parte del mundo las mujeres están privadas de los medios de sostén indispensables para el ejercicio de las funciones fundamentales necesarias para una vida realmente humana. Están menos alimentadas que los hombres, tienen menor acceso a la salud, son más vulnerables a la violencia física y a los abusos sexuales. Es mucho menos probable que sean escolarizadas, y es todavía menos probable que puedan tener una instrucción técnica o profesional. Si deciden entrar en el mundo del trabajo, deben afrontar obstáculos mayores, entre los que se cuentan la intimidación por parte de la familia o del cónyuge, la discriminación sexual en el momento de la admisión, el acoso sexual en el lugar de trabajo; todo esto, muy a menudo, sin la posibilidad de recurrir eficazmente a la ley. Las más veces, obstáculos de este tipo impiden a las mujeres participar efectivamente en la vida política. En muchos países, no gozan siquiera de plena igualdad ante la ley: no tienen los mismos derechos de propiedad que los hombres, los mismos derechos de estipular contratos, los mismos derechos de asociación, movimiento y libertad religiosa. Asfixiadas a menudo por la doble jornada de trabajo, que suma la fatiga del trabajo externo a la íntegra responsabilidad del trabajo doméstico y del cuidado de los niños, están privadas de la posibilidad de encontrar momentos de ocio en los que cultivar las facultades imaginativas y cognitivas.

La lista que propongo a continuación sirve para proporcionar una esquema de bolsillo para poder valorar la calidad de la vida y de la proyección política, y está pensada para identificar capacidades de importancia central para toda vida humana.

1. Vida. Tener la posibilidad de vivir hasta el fin una vida humana de duración normal; de no morir prematuramente, o antes que la propia vida sea limitada de tal modo que se vuelva indigna de ser vivida.

2. Salud física. Poder gozar de buena salud, incluida una sana reproducción; poder ser adecuadamente nutridas; tener una habitación adecuada.

3. Integridad física. Estar en condiciones de moverse libremente de un lugar a otro; de estar protegidas contra las agresiones, incluida la agresión sexual y la violencia doméstica; tener la posibilidad de gozar del placer sexual y tener capacidad de elección en el campo reproductivo.

4. Sentidos, imaginación y pensamiento. Poder usar los propios sentidos para imaginar, pensar y razonar, teniendo la posibilidad de hacerlo en modo verdaderamente humano, o sea de un modo informado y cultivado por una instrucción adecuada, que comprenda la alfabetización, matemática elemental y formación científica, pero en absoluto limitada a esto. Estar en condiciones de usar la imaginación y el pensamiento en conexión con la experiencia y la producción de obras autoexpresivas. Poder ir en busca del significado último de la existencia de un modo propio. Poder hacer experiencias placenteras y evitar dolores inútiles.

5. Sentimientos. Sentir afecto por cosas y personas más que por sí mismas, amar a aquellos que nos aman y que cuidan de nosotras, sufrir por su ausencia; en general, amar, sufrir, experimentar deseo, gratitud e ira justificada. No ver el propio desarrollo emotivo destruido por ansias y miedos excesivos, o por eventos traumáticos de abuso y de abandono.

6. Razón práctica. Estar en condiciones de formarse una concepción de lo que está bien y comprometerse en una reflexión crítica sobre cómo programar la propia vida. (Esto comporta la protección de la libertad de conciencia).

7. Pertenencia. a) Poder vivir con los otros y por los otros, reconocer la humanidad de los demás y demostrar preocupación por el prójimo; empeñarse en varias formas de interacción social; poder entender las condiciones de los demás y sentir compasión; ser capaz de justicia y de amistad. (Tutelar esta capacidad significa tutelar instituciones que fundan y alimentan estas formas de pertenencia y también tutelar la libertad de palabra y de asociación política). b) Tener las bases sociales para el respeto de sí y para no ser humillados; poder ser tratada como persona digna cuyo valor es igual al de los demás. Esto implica, a nivel mínimo, protección contra la discriminación basada en la raza, el sexo, la tendencia sexual, la religión, la casta, la etnia, los orígenes nacionales.

8. Otras especies. Estar en condiciones de vivir en relación con los animales, las plantas y con el mundo de la naturaleza demostrando interés y cuidando de ellos.

9. Juego. Poder reír, jugar y gozar de actividades recreativas.

10. Control del propio ambiente. a) Político. Poder participar de un modo eficaz en las decisiones políticas que gobiernan la propia vida; gozar del derecho de participación política, tener garantías de libertad de palabra y de asociación; b) Material. Tener derecho a la posesión (de tierra y bienes) no sólo formalmente, sino en términos de oportunidades concretas; tener el derecho de buscar trabajo sobre la misma base que los otros; estar protegida contra requisas o arrestos no autorizados: En el trabajo, estar en condiciones de trabajar de manera digna, ejerciendo la razón práctica y estableciendo una relación significativa de reconocimiento mutuo con los otros trabajadores.

Martha Nussbaum ha sido profesora de filosofía en la Universidad de Harvard y actualmente lo es en la de Brown. Es además una activa defensora de la causa feminista, y ha sido una crítica tan inclemente filosóficamente, como certera políticamente, del feminismo académico de impronta relativista. En SinPermiso 2 se acaba de publicar su célebre ensayo contra Judith Butler, convertido entretanto en un clásico contemporáneo de la crítica filosófica de la charlatanería ["El feminismo exige más y las mujeres merecen algo mejor", en: Sinpermiso Nº 2, junio 2007, págs. 151-174]. Entre sus últimos libros traducidos al castellano están: La terapia del deseo: teoría y práctica en la ética helenística [traducción de Miguel Candel]. Barcelona: Paidós, [2003]; El conocimiento del amor: ensayos sobre filosofía y literatura [traducción de Rocío Orsi Portalo y Juana María Inarejos Ortiz Boadilla del Monte]. Madrid: A. Machado Libros, 2005; El cultivo de la humanidad: una defensa clásica de la reforma en la educación liberal [traducción de Juana Pailaya]. Barcelona: Paidós Ibérica, 2005; "El ocultamiento de lo humano: repugnacia, vergüenza y ley" [Traducción de Gabriel Zadunaisky]. Buenos Aires: Katz Editores, 2006; Las fronteras de la justicia: consideraciones sobre la exclusión [traducción de Ramon Vilà Vernis y Albino Santos Mosquera]. Barcelona: Paidós, 2007.

Traducción para www.sinpermiso.info: Ricardo González-Bertomeu

Tomado de www.rebelion.org

El exigente trabajo de ser mujer y profesional simultáneamente

¿Cómo ser la madre perfecta?, ¿cómo ser exitosa sin dejar de ser buena madre y esposa? La idea de abandono de los hijos versus el desarrollo profesional está implícita y explicita en nuestra sociedad y en las mismas mujeres. Es necesario mantener ambas: ser buena madre y buena trabajadora, presión que ocasiona el síndrome de la "súper mujer".
La doble lealtad que se produce en las vidas de las mujeres que trabajan y tienen hijos es el fenómeno del mundo globalizado que impacta más drásticamente a las féminas. La pregunta que se plantean miles de mujeres es cómo compatibilizar el ser una buena madre y buena trabajadora a la vez. Muchas madres asumen responsabilidades familiares, haciéndolas más vulnerables, ya que muchas deben aceptar empleos de peor calidad, con menor protección laboral y seguridad social, a cambio de flexibilidad para compatibilizar  labores domésticas, la crianza de los hijos y trabajo remunerado.

Mónica Díaz y Gloria Silva, docentes de la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad Andrés Bello comentan que las políticas relacionadas con este tema aún son insuficientes: en Chile el permiso asociado a la maternidad es menor al de países como Canadá (que tiene 16 semanas de licencia); no todos los empleadores cuentan con salas cunas y son varias las empresas que hacen pequeños ajustes para sortear la ley y los derechos de las trabajadoras.

"Tampoco existe compatibilidad para  trabajar part  time, desarrollando trabajo en el hogar, por la escasa oferta, la mayor sobrecarga que significa o la vulneración de derechos, como no contar con previsión",  afirman.

El cuidado de los hijos en el hogar también es otro elemento que juega en contra de muchas mujeres al ir en desmedro de su desarrollo profesional, fundamentalmente por la pérdida de contactos, menor estímulo intelectual y el vacío curricular que se produce.

"Los programas de gobierno o fundaciones que promueven causas de mujeres, no siempre apoyan estos temas, pues es asociado con feminismo y este a su vez como un movimiento anti-familia.

Cuáles podrían ser las soluciones a la doble lealtad entre la profesión y la familia

"En primer lugar, tratar de no vivir en el pasado culpando a nuestros padres, por no habernos preparado para la situación actual. En la década de los 50s era imposible prever los cambios en el modo de vivir de las personas. Alo que se apela constantemente es a la capacidad de adaptación que debiesen tener las mujeres para comprender los cambios y cambiar la dirección las veces que sea necesario en función de seguir siendo la "viga maestra" de la familia", aconsejan las especialistas de la U. Andrés Bello.

Una segunda solución propuesta es dirigir la mirada al momento anterior al nacimiento de los hijos. Solicitar ayuda profesional para enfrentar los aspectos emocionales de la maternidad y paternidad, podría permitir que los padres se adapten mejor a la diversidad de aspectos necesarios para la crianza de los hijos, como equilibrar la necesidad de ayuda económica y los asuntos profesionales con los de la familia y con otras redes de asistencia comunitaria. Este trabajo se debe complementar con una mayor participación del padre desde antes del nacimiento.

En este punto, enfatizan en la necesidad de que los padres transmitan a sus a sus hijos que las similitudes y diferencias entre hombres y mujeres no inciden significativamente en metas personales y sociales.
Tomado de www.lasegunda.com

Las mentiras del lenguaje y el lenguaje de las mentiras


Miguel A. Espino Perigault
miguelespinop@hotmail.com

A mediados de siglo pasado todo el mundo leyó, con temor de que se cumpliese la premonición anunciada allí, la novela del inglés George Orwell, 1984. La célebre obra describe la vida bajo un régimen universal de terror que tendría lugar en unos 40 años más adelante. Era una imaginaria dictadura, como la que existía entonces en la Unión Soviética. Felizmente, la profecía laica no se cumplió, salvo en un punto: el lenguaje de la mentira.
La dictadura había impuesto un lenguaje proclive, en el cual las palabras traicionaban a la verdad y creaban una realidad virtual favorable al régimen. Había nacido el lenguaje orweliano. Es el idioma de los regímenes autoritarios.
Una versión moderna de ese lenguaje se difunde por el mundo, promovida por mujeres radicales, identificadas como feministas del género, (término acuñado por Christina Hoof Sommers, para diferenciarse del aceptado feminismo tradicional). Dicha tendencia radical, junto a los movimientos de homosexuales, se activan en foros y ante gobiernos, sobre todo a partir de la IV Conferencia Mundial de la Mujer (ONU, Beijin, 1995). Desde entonces, intensifican y multiplican los cabildeos en favor de su causa. Para sus costosas actividades cuentan con el apoyo financiero de la poderosa industria abortista internacional, y con el respaldo del Banco Mundial, y otras instituciones, que promueven el aborto.
Las exigencias impuestas para la concesión de préstamos y donaciones se enmarcan en la perspectiva de género, la cual contradice los conceptos tradicionales de la moral y la cultura de los pueblos receptores de la ayuda. En la perspectiva de género, se rechazan la Ley Natural y el Derecho Natural, ya que las principales tesis que manejan los movimientos homosexuales resultan contradictorias y absurdas a la luz de esa ley que se conoce y se estudia desde los tiempos de Aristóteles; algo que no le preocupa a sus dirigentes.
En ese lenguaje se cambia el significado de palabras como: hombre, mujer, amor, familia, matrimonio, sexo, género, aborto, eutanasia, homosexualismo, lesbianismo, reproducción humana, estilo de vida, y otras. Para la ideología del género, no existe una naturaleza dada a cada uno por su capital genético. No hay diferencias de sexo y cada uno puede inventarse a sí mismo; ya que las diferencias serían por la cultura o costumbres.
Un ejemplo ridículo es que llaman interrupción del embarazo al aborto, como si el embarazo fuera una conversación, que se puede interrumpir por un rato y después continuarla sin causarle la muerte el interlocutor.
Para la Comisión Internacional de los Derechos Humanos de Homosexuales y Lesbianas, los sexos no son dos, como todo el mundo cree, sino cinco: mujeres heterosexuales, mujeres homosexuales, hombres heterosexuales, hombres homosexuales, y bisexuales. Esta caprichosa clasificación carece de base científica, pues desde el punto de vista genético, solamente hay dos opciones: o se es hombre o se es mujer. Pero, ellas y ellos se mantienen en sus cinco.
Para concluir, admiremos esta perla que nos regala la feminista Adrianne Rich, quien dijo: "Una estrategia apropiada y viable del derecho al aborto es la de informar a toda mujer que la penetración heterosexual es una violación, sea cual fuere la experiencia subjetiva contraria". Bueno, mejor que esto lo contesten las mujeres normales. -El autor es periodista.

Tomado de www.estrelladepanama.com

"Sin la participación igualitaria de las mujeres no habrá socialismo"



Envío especial, Prensa De Frente en Brasilia - En una de las últimas actividades del 5º Congreso Nacional del MST se realizó una mística de género, en la que las mujeres valorizaron las tareas que llevan adelante de forma cotidiana y definieron como consigna que no puede haber socialismo sin la participación igualitaria entre hombres y mujeres. Lourdes Vicente, integrante del Sector de Género y de la coordinación nacional del MST, hizo un balance sobre los avances y desafíos de la organización en la participación de las mujeres.

-¿Cuáles han sido los avances en estos últimos años del sector de género?
-Creo que la línea más clara a la que hemos llegado en el último tiempo tiene que ver con la necesidad de pensar la lucha como mujeres en todos los ámbitos. Mientras hacemos trabajos conjuntos, hombres y mujeres, tenemos que dar el debate de género. Creemos que tenemos que hacer este trabajo con todos los sectores del MST: el debate de género y la comunicación, género y producción, genero y educación, genero y frente de masas, en salud. Es decir, donde hay mujeres el MST asume la bandera de las mujeres no importa qué ámbito sea; debe darse no como un trabajo especifico del sector de género sino como tarea de las mujeres del MST. Antes tal vez tomábamos sólo la lucha por la salud de las mujeres. Y eso hoy es algo que nos sigue preocupando, pero al mismo tiempo podemos tomar las banderas de lucha del conjunto del MST. Por ejemplo, decimos que las mujeres tienen la tarea de la defensa de la vida: si estamos siendo amenazadas por las empresas debemos atacarlas. Ahora tenemos un eje muy fuerte de lucha contra las empresas transnacionales. Eso nos da claridad de avance político de las mujeres y su reconocimiento dentro del MST.

-¿Cómo comenzaron a organizarse como mujeres?
-Desde el año `98 hasta el 2000 realizamos debates en las provincias, en las regiones, en los campamentos y finalmente la coordinación nacional definió la creación de un sector y sus líneas políticas. Creíamos que teníamos que ser parte de la orgánica del MST y pensamos las líneas políticas como la sistematización de la práctica y de los desafíos que el MST tenía para su lucha. Una de las líneas fue la ciranda infantil. Donde hubiese movilización, habría espacio para niños y niñas, donde hubiese una reunión aunque fuera de tres personas, habría ciranda infantil. Creemos que las mujeres tienen el derecho a participar activamente y sabemos que dejar a los niños es muy difícil. Por eso pensamos la ciranda, tanto para las mujeres como para generar un proyecto pedagógico para los Sem-terrinha. Había otros desafíos: la producción y la participación en el trabajo productivo por parte de las mujeres. Hicimos un trabajo permanente de reconocimiento de la organización productiva del punto de vista de la soberanía alimentaría, de agroecología y la capacidad organizativa de las mujeres en estos aspectos. También nos planteamos la necesidad de formación y nos encontramos con la dificultad de la longitud de los talleres. Pero lo fuimos superando y fueron surgiendo nuevos desafíos.

-¿Brasil es una sociedad machista? ¿Cómo influye eso en la organización?
-Brasil es una sociedad muy machista y el campo aún más. Hay una falsa moral en donde la religión y el peso cultural son importantes. Es difícil hablar de temas como la violencia y el aborto ya que hay una naturalización de la discriminación, incluso de las propias mujeres, una idea de que "es normal que las mujeres sufran, así nacimos". Pero también hay avances. Con desafíos y contradicciones, no es lo mismo una mujer Sem Terra que otra mujer del campo. Es una gran tarea. Por ejemplo, en los asentamientos y a nivel general hay división de tareas, hay más mujeres en mística, salud, educación y más hombres en seguridad y en lo político. No somos una isla ajena a lo que sucede en la sociedad: hay cosas que uno reproduce, pero por eso creemos en espacios de discusión permanentes. Y así vamos avanzando y vamos construyendo otra cultura. Hoy en los asentamientos hay trabajos que se hacen de forma colectiva: muchos compañeros se quedaron cuidando y haciendo el trabajo de compañeras para que pudieran participar en el Congreso y hemos incorporado a más mujeres en los espacios de responsabilidad del MST. En fin, tenemos un montón de elementos para ir haciendo un cambio y asumirlo además de forma colectiva.

-¿Qué espacios de discusión o formación tienen de género?
-Estamos haciendo una experiencia conjunta con otros movimientos de mujeres. En realidad, la izquierda de Brasil no tiene mucho debate sobre las mujeres, por lo que nosotras mismas vamos haciendo el debate teórico, la formación y la lucha. Discutir relaciones de género es algo muy nuevo y exige ir de a poco mejorando nuestras acciones. Estamos haciendo cursos sobre el feminismo rural, viendo el rol de la mujer como sujeto campesino y trabajamos con varios grupos que discuten feminismo que integran la marcha mundial de las mujeres. Después, hemos comenzando a dar un debate sobre la homosexualidad, la violencia y también hacemos encuentros más específicos de formación a nivel nacional, regional y provincial.

¿Cuál es la posición del MST sobre el aborto?
-No tenemos una posición oficial cerrada del tema; hay distintas opiniones. En la base del MST hay una influencia muy fuerte de que aborto es un crimen, es un pecado. Entonces vemos las diferencias entre las propias compañeras: hay algunas que tienen mayor claridad política en determinadas cuestiones y le otorgan otra importancia al tema. Hay militantes que defienden el aborto, pero no es la posición oficial del movimiento porque el MST sólo toma posición en determinado tema cuando el conjunto de la organización hace el debate diciendo "vamos por acá: hay problemas, hay cosas que no sabemos, pero vamos por acá". Los temas de la reforma agraria, el agronegocio, la relación con el gobierno, son debatidos y tienen consenso dentro del MST. Y en el caso del aborto es un debate que venimos dando pero que no se ha saldado. Para nosotros es más importante el debate en el conjunto de la organización, en las bases, en la familia, para que vaya cambiando esa realidad en la práctica que definirnos en contra del aborto. Estamos de acuerdo. La muerte de las mujeres por culpa del aborto clandestino es terrible en Brasil, pero no podemos dar una definición categórica. Primero nuestra tarea es hacer el debate, y lleva un proceso lento y difícil.

-¿Cuáles son los desafíos hoy en día?
-Hay muchos desafíos. Pero luego de un balance general que hicimos llegamos a la definición de que en los espacios de responsabilidad y decisión, como en la dirección nacional, tenía que haber un hombre y una mujer. Podemos hacer miles de cosas como mujeres pero primero tenemos que ser reconocidas en la tarea política que llevamos a cabo. Así, desde la tarea de hablar en nombre del MST siempre tiene que haber un hombre y una mujer, en la coordinación de los núcleos de base hasta a nivel nacional. Esto genera desafíos. La dificultad de hablar en público, de debatir, es un proceso difícil pero que hoy nos lleva a organizar la formación de las mujeres del MST para que asumamos la tarea, no porque tenemos un criterio formal de que haya una mujer, sino por su capacidad política, ideológica. Y por eso el trabajo actual de las mujeres del MST. Esto implicó un trabajo de convencimiento sobre la importancia de la participación de las mujeres. Nosotras decimos que sin la participación igualitaria de la mujer no hay cómo avanzar la lucha, que los hombres son la mitad de la población del MST y que si la mujer no tiene conciencia, el MST no avanza. Con mucho conflicto y debate, los hombres entendieron que hay que fortalecer todos los sectores. No es una tarea fácil y siempre aparecen las contradicciones, pero es un desafío que nos obliga a discutir todos los días, a debatir, a llamar la atención cuando algo no concuerda. Es una conquista permanente.

Género: ¿de qué estamos hablando?


El feminismo ha tenido en el campo de la investigación de las ciencias sociales una presencia teórica relevante: ha propuesto nada menos que reinterpretar el orden social y las relaciones entre los diferentes géneros. El pensamiento feminista ha hecho posible, al ser un planteo reactivo, el cuestionamiento del paradigma de lo humano impuesto por la cultura dominante (Habichayn, 2003). Los estudios de las relaciones de género han producido avances en el conocimiento de las diferencias sexuales y de género, analizando la construcción social y cultural del género, su función simbólica y las representaciones sociales que genera. Tales estudios han centrado sus intereses en el estudio de las desigualdades producidas por el sistema patriarcal capitalista y han puesto en evidencia cómo operan las relaciones de poder, de dominación y de opresión.

A partir de las décadas de los años 60 y 70, emergen grupos de mujeres que van a construir espacios autónomos, con el propósito de elaborar una teoría feminista, así como propuestas de crítica y de transformación del sistema patriarcal; es decir a conformar una agenda estratégica de emancipación. El feminismo se va a orientar a la elaboración, por un lado, de una importante producción de conocimientos, y por otro, a significarse como un espacio de crítica cultural. Las feministas articularán de esta manera el debate teórico y la acción, encaminándose al logro del derecho al divorcio, al reconocimiento de los hijos nacidos fuera de matrimonios legales, a la denuncia pública de la violación y de las diferentes formas de violencia contra mujeres, niños-as y ancianos-as. Será central su lucha por el libre uso del cuerpo, por un mayor conocimiento de la sexualidad femenina y contra la discriminación hacia las definiciones sexuales alejadas de los cánones heterosexuales de la sociedad patriarcal (Vitale, 1987).

La recuperación de la memoria histórica para hacer visibles a las mujeres que por tanto tiempo estuvieron ausentes en las historias androcéntricas, la interpelación a la educación por el papel que cumplió con relación a la subordinación de las mujeres y, el cuestionamiento del rol del Estado y de los partidos políticos, serán también temas focales en las preocupaciones del feminismo.

La teoría feminista fue incorporando al lenguaje del análisis social, además de la categoría género, la de patriarcado, la de política sexual, la de diferencia sexual, entre otras, que han hecho posible la fundamentación de las diferentes construcciones teóricas de la crítica feminista y que sostienen las producciones actuales de las ciencias sociales, conformando el arsenal conceptual que emplean los-as científicos-as sociales, para reconstruir la manera en cómo las diferentes sociedades hicieron y hacen uso de las diferencias sexuales.

Por otra parte, la oposición espacio público-espacio privado; las nuevas propuestas de crítica y revisión de las identidades sexuales fijas, así como los planteos de construcción de una nueva subjetividad mujer, se van a constituir al mismo tiempo en aportes relevantes en la lucha política de las mujeres, y en la construcción del discurso feminista. De esta manera, la propuesta de que "lo personal es político", de que "lo privado también es político", posibilitó a las mujeres de diferentes países conseguir leyes precisas vinculadas al divorcio, al aborto, o a la patria potestad compartida (Olea, 1991). De esta manera el feminismo fue a contracorriente de la cultura dominante pues, en tanto la cultura occidental transformaba a los ciudadanos-as en consumidores, "el feminismo afirmaba la necesidad del reconocimiento de la diferencia sexual"(Evans, 1998).

Con la introducción de los estudios sobre masculinidad el campo se amplió desmontando los papeles estereotipados de lo masculino y lo femenino. La investigación de las problemáticas propias de los varones dentro de los estudios de género dieron lugar a algunos cuestionamientos en el sentido de si éstos iban a producir una dilución de las mujeres y su movimiento y si no se aprovecharían tales estudios para reconstruir el "machismo liberal" (Stimpson, 1999). La asociación de la masculinidad al varón proveedor unido al papel de guardián y jefe del hogar, refuerza la imagen de pertenencia de los varones a la esfera pública y, con ella, su independencia; como contrapartida, en esta argumentación, el hogar es el espacio al que las mujeres pertenecen "naturalmente", es su dominio exclusivo, es la esfera privada de la dependencia.

La lógica binaria -empleada como opuestos excluyentes-, vieja falacia cuestionada por el feminismo, al dualizar al mundo afirmó que tales antinomias responden al modelo de nuestras identidades. La antinomia básica en la visión del patriarcado hombre-racionalidad-civilización-iniciativa-liderazgo social y político se opone a la de mujer-naturaleza-intuición-sentimiento-hogar-maternidad . Indagando los sistemas de género comprendemos que "no representan la asignación funcional de roles sociales biológicamente prescritos sino medios de conceptualización cultural y de organización social ... Lo interesante en estas antinomias es que escamotean procesos sociales y culturales mucho más complejos, en los que las diferencias entre mujeres y hombres no son ni aparentes ni tajantes. En ello ... reside su poder y relevancia" (Conway et al, 1999). Parafraseando a Stimpson (1999), no se puede seguir pensando al mundo como un juego de dualidades, sino que tiene que repensarse como una multiplicidad de identidades y de grupos heterogéneos, "como una deslumbrante muestra de complejidades individuales, de otros y otredades". Solamente una percepción así podrá organizar la política que necesita el inicio del siglo XXI: una política que acepte las diferencias y rechace las dominaciones.

En La dominación masculina Pierre Bourdieu explicó que las diferencias anatómicas entre los sexos se van a constituir en el "fundamento y garantía de apariencia natural de la visión social que la funda", la "fuerza natural" de la dominación masculina radica en este principio de causalidad circular establecido a través de su reproducción milenaria. El juego de diferencias y antagonismos entre masculino y femenino está incluido en un sistema de oposiciones que sacan a la luz las estructuras cognitivas de la "cultura mediterránea".

Sloam y Reyes Jirón (2003) opinan que "independientemente de que la masculinidad esté determinada históricamente y de que la retención del poder no sea el único elemento que la define, en este momento histórico y en este hemisferio, la masculinidad se define como una identidad que se desarrolla a partir de la dominación de otras personas con menos poder". Además piensan que la tradicional socialización de los varones al interior de la familia tiene un papel central en la reproducción del poder masculino, empezando con la necesidad que siente el niño de separarse de la madre para sentirse "hombre".

Los comportamientos "invisibles" de violencia y de dominación que los varones reproducen de manera permanente en la vida cotidiana, se denominan "micromachismos" y constituyen "la cotidianeidad de la existencia". Se pueden explicar "por la necesidad de los varones de sostener y mantener la supremacía androcrática, o masculina. Cualquier crítica a este modo de ser, es sentido como un ataque personal, en la vivencia de integridad del varón que se sostiene en los estandartes de la masculinidad de la misma cultura en la que estamos insertados. Los "micromachismos" se observan en la reciedumbre del varón que lo confirmaría supuestamente en el lugar del macho, la debilidad es vivida como algo negativo para los hombres"; también están presentes en "el ejercicio de la fuerza, en la imposición de la voluntad por el manejo y el control del poder, en el prejuicio hacia la mujer, en el cotidiano y permanente manejo del poder, se observa en que los hombres no lloran, en como intentan imponer sus razones por el ejercicio de la violencia ..." (Kurcbard, 2000)

En un reportaje publicado en la revista PrimeraLinea el 14 de noviembre de 2002, que se denomina Nueva masculinidad: el fin del hombre proveedor, Ana Amuchástegui (UAM-Xochimilco, México), quien investigó sobre la emergencia de los nuevos tipos de masculinidades, señala que las condiciones creadas por la globalización neoliberal en Latinoamérica han puesto en cuestión, paradójicamente, el rol de proveedor, una de las formas que el patriarcado ha modelado a los varones durante siglos. El sistema capitalista considera que es el varón quien tiene que recibir el salario, definiéndolo en consecuencia como agresivo, fuerte y superior; a las mujeres se les asigna el trabajo doméstico que brinda su servicio a la familia, siendo su definición como débiles, pasivas e inferiores.

El desempleo, la creciente pobreza y la incorporación masiva de las mujeres al mundo del trabajo como consecuencia de las políticas económicas neoliberales, han ido fracturando ese clásico papel masculino. Estas pérdidas de poder y de privilegios patriarcales no han sido ni suponen procesos fácilmente asimilables por los hombres. Por ello, Amuchástegui piensa que es necesario deconstruir lo que significa funcionar con la lógica del proveedor asociada al ingreso económico y al trabajo capitalista y demostrar que el cuidado de los hijos e hijas es también satisfactorio. Agrega que "masculinidad" no es igual a hombre y que existen diversos tipos de manifestarlo.

A los estudios feministas les ha interesado particularmente indagar sobre el cuerpo y la sexualidad. Lavrín (1998) señala que, si bien hace varios años que se investiga sobre problemas vinculados a la sexualidad y a las políticas estatales con relación a ella, estos resultados no han tenido la necesaria discusión intelectual. Según Stimpson (1999) los estudios sobre las mujeres tienen una agenda de investigación a cumplir, que relacione la teoría con la práctica, y que es la de incluir entre sus preocupaciones los estudios sobre el cuerpo y las diversas formas que asume la sexualidad humana. "... la sexualidad es una constelación de prácticas, deseos y fantasías que las sociedades occidentales han significado y, por lo tanto, han representado socialmente de manera diferente a través de la historia" (Medina, 2000).

En la Historia de la Sexualidad, Foucault planteó que los seres humanos no siempre vivimos, comprendidos y asumimos la sexualidad como lo hacemos actualmente, y no tuvo siempre la posibilidad de caracterizar y construir una identidad con tal poder como ahora; en la actualidad hablar de sexualidad sirve para nombrar tanto a las actividades sexuales como a una especie de núcleo psíquico que da sentido o significado a la identidad de cada persona .

La propuesta de Butler sobre la performatividad del género y la emergencia de la teoría queer van a poner en cuestión la distinción clásica entre sexo y género planteando "una contestación integral de la categoría de sujeto de la modernidad". Esta relación es definida como performativa y normalizada de acuerdo a reglas heterosexuales; de modo que la comprensión de la concepción de la identidad de género como el resultado de la "repetición de invocaciones performativas de la ley heteresexual" parte de la redefinición de la noción de género en términos de performatividad. Así, la identidad de género no sería algo sustancial, sino el efecto performativo de una invocación de una serie de convenciones de feminidad y masculinidad . Para Butler el género "es el efecto de formaciones específicas de poder, de instituciones, prácticas y discursos que establecen y regulan su forma y significado". Butler reconoce al falogocentrismo y a la heterosexualidad obligatoria como los sitios discursivos que producen género (Hawkesworth, 1999)

Rich (1999) realizó un profundo análisis de la heterosexualidad obligatoria como categoría clave. La ley del derecho sexual masculino sobre las mujeres se origina en la mística del irresistible impulso sexual de los varones que justifica, por un lado, la prostitución como un presupuesto cultural universal, a la vez que defiende la esclavitud sexual dentro de la familia sobre la base de la "privacidad y la singularidad cultural de la familia". Advierte que no considerar la heterosexualidad como una institución es como no admitir que el sistema capitalista o el sistema de castas del racismo están mantenidos por una variedad de fuerzas, incluidas la violencia física y la falsa conciencia.

Para Yuderkis Espinosa (2003), el movimiento queer tuvo un importante impulso pero, paradójicamente, "lo que prometía ser un deseo de hacer posible una vida y un movimiento más inclusivo ha coincidido sin embargo con un retroceso real en la visibilidad lésbica y en la figura de la lesbiana como una figura trascendente y eficaz de oposición al sistema de género". La invisibilidad alrededor del lesbianismo opera en la sociedad, en los medios de comunicación y en el campo de la investigación pues no existe aún una gran producción sobre la realidad lésbica realizada desde una perspectiva lesbiana.

En la actualidad las preguntas más urgentes y sugerentes que proponen trabajar con los conceptos de género y de diferencia sexual, se relacionan con cuestiones vinculadas a la identidad sexual, pues no basta analizar sólo la dominación masculina; "ahora es preciso reflexionar sobre la dominación heterosexista, de las personas heterosexuales sobre las personas homosexuales que no asumen los habitus correspondientes a la prescripción de género en materia de sexualidad y afectividad. Y aunque distintas culturas distinguen más allá de los dos cuerpos obvios (los intersexos y diversos grados de hermafroditismo), hay gran resistencia a reconocer esa variación en materia de subjetividades y deseos sexuales" (Lamas, 2000). Belluci y Rapasardi señalan que "sobre el espacio institucional y simbólico abierto por el movimiento de mujeres, desembarcaron otras organizaciones políticas y sociales: la "playa" cultural conquistada por el feminismo fue tomada por gays y lesbianas como modelo y punto de partida a fines de los años ´60"; efectivamente desde mediados del siglo XX, los movimientos sociales y las organizaciones LGBT llevan adelante su lucha por el reconocimiento de los derechos humanos de las personas lesbianas, gays, bisexuales y trans.

Hilda Beatriz Garrido